De cómo pasamos de la Prehistoria a la Historia gracias a la aparición de la escritura de "manos" de una vocal rebelde que no se resignó a aceptar su destino.
“Aventuras de
una vocal rebelde”
Nací una mañana taciturna,
envuelta en un aroma de pan recién horneado. Recuerdo como el milagro de la
vida de aquel preciso momento rompió su frenesí
al escuchar aquel: “Ohhh. Lo siento. Es una A”. Aquellas palabras
retumbaron durante años en mi laberinto cerebral, y marcaron mi existencia para
siempre. Y sí, soy una vocal, pero no una vocal cualquiera, pues bien lejos
estaba de aceptar como las demás vocales un destino impuesto. Y es que en mi
mundo, existían dos jerarquías sociales: las vocales y las consonantes. Y el poder
de un grupo sobre otro estaba determinado por el número de individuos que lo
formaban. Y está claro, en número nos ganaban las consonantes.
Pero no me resignaba a que mi destino
consistiese en crecer hasta convertirme en una simple A mayúscula sin sentido,
perdida en un mar de hojas mudas. ¿Qué sentido tiene todo esto? Estaba
convencida de que si queríamos sobrevivir como especie y volar más allá de los
confines del mundo, consonantes y vocales debían unirse. Estábamos
predestinados a entendernos o a morir. Así es que emprendí un viaje en
solitario, caminando y caminando por kilómetros de páginas en blanco, en búsqueda
de mi sentido existencial.
Y fue así como me crucé con una “H” y una “L”
y una “O”. Y juntas escribimos la primera palabra: “Hola”.Y fue así como empezó
nuestra aventura lingüística, esa que siempre estuvimos anhelando. En realidad
éramos muchas las que queríamos encontrarnos. Y puesto que ese era nuestro
mayor deseo, así sucedió. Y empezamos a escribir en aquellas hojas en blanco,
historias de amor y de odio; vidas de duendes y hadas, de piratas y gigantes,
cartas de enamorados…
Ahora sí nos sentíamos artífices de nuestro
destino, artífices de sonrisas y lágrimas, de milagros y desastres, de búsqueda
y desencuentro. Los libros eran nuestro hogar anhelado, y a través de ellos
vivíamos mil y una vidas. Éramos libres.
Hoy los tiempos han cambiado, y otros
peligros nos acechan. Soy una A amarillenta en un papel roído por el tiempo,
que sigue soñando, convencida de que el día que deje de soñar, será el día en
que nos habremos perdido a nosotros mismos.
Para rebelde....
Para rebelde....
No hay comentarios:
Publicar un comentario